¿Cómo llega a convertirse en una referencia en Aragón y en parte de España (varias veces nombrada en Rockdelux una de las cinco mejores salas de España por votación de sus lectores) una pequeña sala de conciertos de una pequeña ciudad de provincias no mayor que algunas barriadas de grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza o Valencia?
.
Si esto fuera una película, ahora vendría un flashback y de repente la cámara, quizá en un plano picado amplio que fuera bajando y acercándose poco a poco enfocaría una autovía camino de Zaragoza en la cual dos amigos y socios están parados con un coche, en el cual dentro están Marc y Belly de Dorian, mientras ellos están cambiando una rueda pinchada preocupados por si llegarán a tiempo para el concierto que tiene programado Dorian para despedir en formato acústico su gira “A cualquier otra parte” en una pequeña y desconocida sala situada en una pequeña ciudad llamada Huesca, más conocida por ser punto de paso hacía los Pirineos. Probablemente alguno de esos dos amigos y socios, entre quienes estaba Luis Costa (ideólogo y fundador), pensara en algún momento: ¿cómo nos hemos metido en esto?
Es en este momento cuando podría haber otro nuevo flashback y esta supuesta película se situaría ocho meses atrás, ahora en diciembre de 2010, momento en cual abre sus puertas un bar cuya ambición inicial es hacerle un hueco preeminente a la música indie, casi desterrada por completo del paisaje musical nocturno de la ciudad. Querían abrir una pequeña puerta a ese universo sonoro y quizá, aunque ambiciosos, ni el más optimista Luis Costa y sus socios pensaban que años después (ahora podríamos usar un flashforward de rápidas imágenes a modo de fotografías como las que ahora ilustran las paredes de la sala) iban a pasar por la sala parte de lo más granado del indie nacional: Iván Ferreiro, Sidonie, Zahara, Anni B. Sweet, Izal (quienes llegaron a tocar en la sala un día después de hacerlo en Palau Sant Jordi), Maika Makovski, los mencionados Dorian, Nacho Vegas, Hidrogenesse, Crystal Fighters, Pony Bravo, Miss Caffeina, Najwa Nimri. Sr. Chinarro, Bigott, León Benavente (quienes dieron su primer concierto en esta sala), Tachenko, etcétera. Y es que desde el principio a Luis Costa y el resto de acompañantes en este excitante viaje se les quedaba pequeño el concepto de “sala de fiesta” y empezaron a programar conciertos con muchísima ilusión y unos medios iniciales muy simples: cuatro luces led que iluminaban un pequeño escenario que consistía en una tarima ligeramente elevada del suelo.


¿Y cómo terminaría esta película? Pues es que todavía no ha terminado. La historia sigue y está abierta a la espera de que nueva gente se sume a conocer una sala y un lugar en el cual todas las personas que están por primera vez destacan y se sorprenden del ambiente de hermandad festiva que se respira. Así pues, si esto fuera una película (y no la vida real), ahora vendría un “continuará…” como los de las mejores sagas cinematográficas.
.
Texto: Juanjo Rueda
.