Pop con acento groovy

Bely Basarte hizo su debut en Huesca en El Veintiuno

Tras el divertido y tempestuoso jaleo que montó Grande Amore el día de antes en El Veintiuno, el sábado llegó la calma con el pop romántico infiltrado de R&B, acentos groovies y ecos urbanos de Bely Basarte. Y es que esta millennial madrileña, que inició su carrera subiendo versiones a YouTube, habla en sus canciones de lo que lo hacen muchos otros artistas de su generación: de amor, amor, amor … y desamor.

En su debut en Huesca, apareció sobre el escenario con su guitarra y acompañada por un teclista y un batería, que dieron forma a un repertorio en el que abundan las baladas y los medios tiempos. El eje de su actuación fue su reciente EP Bomba de humo, pero sin dejar de lado sus dos primeros álbumes, Desde mi otro cuarto y El camino que no me llevó a Roma.

El concierto comenzó en clave acústica, enlazando Todo va a estar bien (toda una declaración de intenciones) con Vía de escape, el tema que hizo con Rayden. Después de solucionar algún leve fallo técnico, volvió a enlazar otros dos temas, Roma y Me miento mal, en los que la huella del R&B se hizo más evidente.

Por su parte, Mientras tanto y BDH están más próximos al canon del pop estándar. Después, a la atmósfera humeante, un poco jazzy y groovy, de Tomando tequila le sucedió el cálido pop-rap de Malditas ganas, tema en el que parece haberse inspirado en el dulce sonido de Sade.

Y, sin duda, entre lo mejor de su actuación destacó su interpretación de los dos temas siguientes: Entre Tirso y Benavente, ensoñador y etéreo, muy conectado al dream pop (y en el que habla de una relación tóxica), y Flores y vino, que sonó en una versión muy distinta a la original, intimista, delicada y sutil, arropada únicamente por el teclado y en una línea que se podría calificar casi de neocopla. Un drama a lo Romeo y Julieta cuya magia fue interrumpida por un inoportuno (aunque divertido) estornudo entre el público.

Después, en la cita sonaron No te necesito y Perpendicular, temas más cercanos a la estética del indie pop. Bueno, de eso que la mayoría de los mileniales entienden por indie. Siguió más tarde con la bonita melodía adhesiva de C´est la vie y con el soft rock de M-40, que en su más reciente disco suena más electrónico.

Ya en la recta final de su debut en El Veintiuno, Bely Basarte (Belén Basarte en su carnet de identidad) ofreció dos de sus mayores éxitos, que desataron el karaoke entre el público: No te quiero ver llorar (muy en la onda de artistas como Georgina o Sofia Ellar) y Contigo, que, con su aire fresco y evasivo, cerró la actuación.

De momento, porque no tardarían en salir de nuevo al escenario (por cierto, el público joven actual parece que no está acostumbrado al ritual de reclamar un bis) para interpretar primero la tierna balada romántica Mariposas y, por último, San Pedro, otro de sus mejores temas, en una línea más confesional, reflexiva e intimista, en el que Bely Basarte parece hablar de salud mental y autoafirmación. Un final serio para una actuación que dejó a su público totalmente satisfecho.

Texto: Luis Lles

Fuente: Diario del AltoAragón

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