Huesca, 23 de marzo, casi medianoche, y un público expectante frente al escenario de la sala El Veintiuno. Así empieza un relato que bien podría ser cinematográfico, y más teniendo en cuenta de quién sería la protagonista. Nada más ni nada menos que la reconocida artista Manuela Vellés, más bien por su carrera como actriz, pero que en esta ocasión nos iba a descubrir su faceta como cantautora.
Esa semana en la ciudad se celebraba la Muestra de Cine Realizado por Mujeres de Huesca en su decimonovena edición, y esta cita musical en cierta manera le daba esa pincelada de cine y de nexo de unión. Sin duda una elección muy exquisita y apropiada por parte de la sala como actividad paralela dentro del marco de la muestra.
La cantante pisaba por primera vez este escenario oscense, tras su paso el día anterior por el Centro de Congresos de Barbastro. Un gran estreno en la provincia donde como ella mismo comentaría, resultaba ser donde firmaría su primeros ejemplares del libro-disco creados especialmente para la presentación al público de este su primer álbum Subo Bajo.
Ataviada tan solo de su guitarra y su voz, Vellés hacía un recorrido por su repertorio de trece canciones, repleto de retratos de realidad, de letras que nos mostrarían su mundo de luces y sombras. Destellos del propio Subo Bajo que le da nombre al disco; la fuerza de No me ves o Amanezco Cantando; al ritmo del Balanceo, Bailemos o La Niña Mala; el amor en Ojos Chiribitas; las emociones en Mi Suerte e Inevitable o Zac, canción para su sobrino; la superación con La Hoja; y para corear No me busques más. A través de un bonito timbre de voz y lo personal de sus estrofas, nos explicaría el origen de cada uno de sus temas, desnudándose interiormente ante el público, y enseñando así una faceta mucho más íntima y propia. La fórmula propicia para regalarnos una velada cálida, calmada y especial.
Esa noche el absoluto silencio en la sala por parte del público se hizo palpable, denotando un verdadero interés por lo que estaba sucediendo, y quizás fuera también fruto de ese brillo en la mirada de la madrileña, que traspasaba el escenario. Supo captar esa atención y hacernos partícipes de sus historias, y sentir esos extremos de la vida en los que a veces ‘subes’ y otras ‘bajas’. Un concierto sincero y libre de artificios. No hacían falta.
Texto: Lorena GB