Canción melódica

Marwan volvió a conquistar al público de El Veintiuno

La poesía trovadoresca surgió en los siglos XII y XIII en la Occitania francesa, desde donde se extendió a Italia y la península ibérica. Aquellos trovadores ya supieron encontrar por aquel entonces el equilibrio entre la poesía romántica y la música gracias a sus poemas musicados de amor cortés.

Pues bien, Marwan Abu-Tahoun Recio (madrileño hijo de padre palestino y madre española) es, en cierta forma, heredero de aquellos juglares. Pero, más que de los cantautores de toda la vida -que también-, se sitúa cerca de los artistas de la denominada música melódica de los años 70. Sí, la de Camilo Sesto, José Luis Perales o Roberto Carlos. Se podría decir que es una canción melódica 2.0 porque está infiltrada por cierto toque indie (facción mainstream), ocasionales ritmos reggae y leves apuntes de rap o spoken word. Pero no deja de ser canción melódica con una clara querencia por la temática amorosa, salvo dos o tres pinceladas más “sociales” en un repertorio invadido por los asuntos del corazón.

No era la primera vez que este poeta-cantautor pisaba el escenario de El Veintiuno. En esta ocasión lo hizo arropado por un trío formado por un teclista, un guitarrista y un baterista que se ocupaba también de la programación de bajos, en el marco de la gira de celebración de sus 20 años en el mundo de la música, que sirve también de presentación de su disco antológico Canciones para una urgencia, en el que ha regrabado sus mayores éxitos, en su mayor parte a dúo con artistas como Rozalén, Miguel Poveda, Coti, Mikel Izal o Jorge Drexler, entre otros.

Salió al escenario con un traje verde de cuadros mientras el teclista acompañaba su aparición con la inquietante melodía de Tubular Bells de Mike Oldfield. Con una actitud muy cercana, salpimentada de abundantes momentos cómicos, Marwan inició el recorrido por su repertorio con el pop con un punto groovy de El viejo boxeador, al que siguió el pop romántico de Cómo hacer que vuelvas y el tono más rockero de La reina del Jäger, con sus riffs stonianos y sus armonías a lo Springsteen, en las que no faltó ni siquiera un teclado en onda Roy Bittan, de la E-Street Band del boss.

Tras atravesar de nuevo el territorio romántico con Animales (una canción de amor… pero menos, según comentó), llegó el primer momento de compromiso social con La ecuación, el tema que en el nuevo disco canta con Miguel Poveda y en el que dice que “no hay más luz, no hay playas, para aquellos que huyen buscando un mundo mejor”. Volvió a la temática amorosa con Carita de tonto, que presentó como una réplica irónica a las películas de Hollywood que tratan este asunto, y en el que la música de Marwan se acercó más que nunca a la de Roberto Carlos. Con todos mis respetos por el brasileño, por supuesto.

La atmósfera un tanto tristona y el tono combativo de Necesito un país hicieron subir la temperatura emocional del público, sobre todo tras un impetuoso recitado en el que este madrileño expone unas aspiraciones sensatas y se supone que compartibles a derecha e izquierda, tal como él mismo señaló. Siguió con Pensábamos que el amor era sólo una fiesta-una de las dos únicas canciones nuevas en este último disco-, a ritmo de alegre folk-pop.

A la balada romántica Renglones Torcidos (saludada por el atento público con los móviles encendidos) le siguieron esa oda agridulce dedicada a Madrid que es Puede ser que la conozcas -que en el nuevo disco canta junto a Jorge Drexler- y otro de sus temas en onda comprometida, Meninos da rúa, sobre los niños de las favelas, que se inicia con una tonalidad atmosférica, entre teclados acolchados, para después derivar hacia una cadencia reggae.

Más tarde, solo con su guitarra, enlazó el tema más erótico y directo de su discografía, Ángeles, con Mi paracaídas. Y ya enfilando la recta final, sonaron el pop romántico de Las cosas que no pude responder (que en el nuevo disco interpreta junto a Rozalén) y los guiños jazzies que acompañan a la intensidad dramática de La vida cuesta. Y tras presentar a los músicos, que se enfrascaron en una breve interpretación del Billie Jean de Michael Jackson, el público se vino totalmente arriba en el último tema, Conviene saber, a ritmo de reggae-pop y con un ligero tumbao latino, donde la poesía romántica de Marwan alcanzó su cénit en ese estribillo que dice “el amor es el único juego en el que hay que empatar”.

Pero por supuesto hubo propina, que comenzó con el tema que estrenará este viernes y que hace referencia a sus raíces palestinas y a la masacre de Israel sobre el pueblo palestino, la bonita y conmovedora Nana urgente para Palestina, que interpretó solo con su guitarra, y con la que intentó desmentir la famosa frase de Theodor W Adorno de que no es posible escribir poesía después de Auschwitz. Tras este tema más serio y político, volvió al romanticismo con Un día de estos y como despedida, 5 gramos de resentimiento, una canción de despecho que, a caballo entre el jazz, el rock y el rap (en el disco a cargo de Nach), sugiere que el rencor nunca fue comercial. Aunque luego Marwan se desdijo señalando que “en realidad el rencor también puede ser comercial ¡Y si no, que se lo digan a Shakira!”.

Ni qué decir tiene que el público, muy adepto, salió totalmente satisfecho.

Texto: Luis Lles

Fuente: Diario del AltoAragón

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